Sobre ¨Poeta chileno¨ de Alejandro Zambra
¨Poeta chileno¨ es el trabajo literario más extenso y ambicioso de Zambra. Es una novela ágil y enriquecedora. Uno de esos libros que puede deshacer el hechizo del denominado ¨bloqueo lector¨.
Si no sabes qué libro leer, y los días sin un nuevo libro bajo los ojos van
acumulándose, bien vale la pena darle una oportunidad a ¨Poeta chileno¨. La vista
va moviéndose entre las líneas, los párrafos y las páginas y cuando te des
cuenta ya estarás a merced de la historia de Gonzalo y Vicente, vivirás las
esperanzas y las decepciones de dos generaciones jóvenes y de una retahíla de
poetas que, con sus manías y personalidades, conforman un microcosmos atractivo,
esperanzador. No es un requisito ser amante o conocedor de la poesía para
disfrutar esta novela. Por el contrario, ¨Poeta chileno¨ puede ser el punto de
partida para interesarse por ese noble arte literario. Esta novela sería mi
recomendación para quien quiera adentrarse en la lectura de ficciones
contemporáneas y no sepa muy bien por dónde empezar.
La historia
nos presenta una situación algo peculiar y, quizá por lo mismo, bastante actual.
Gonzalo, un joven con aspiraciones literarias, se reencuentra con Carla que
ahora tiene un bebé. Se emparejan y Gonzalo se convierte en el padrastro de
Vicente. Gonzalo aprenderá, padecerá y disfrutará con esos vínculos que él ha
decidido establecer, y el derrotero de su vida se explica en parte por ese reencuentro
con Carla. Es ese reencuentro lo que le da sentido a la novela. Así lo cuenta
Zambra:
¨Santiago es una ciudad lo suficientemente
grande y segregada como para que Carla y Gonzalo no se encontraran nunca más,
pero una noche, nueve años más tarde, volvieron a verse, y es gracias a ese
reencuentro que esta historia alcanza la cantidad de páginas necesaria para ser
considerada una novela¨
Es digna de
resaltar la frescura y la creatividad con que Zambra va contando la relación
entre Gonzalo, el padrastro y Vicente, el hijastro. En esos pasajes hay ternura
jocosa permeada con algunos matices de nostalgia. Ya que he citado un pequeño
fragmento, me animo a citar algunos otros:
¨Estaba juntando ganas para lavar los platos
cuando Carla entró a la cocina.
—Vicente
no quiere dormir, dice que le debes un chiste.
—Voy.
Subió la
escalera de a dos peldaños, contento. Oscuridad dormitaba a los pies de la cama
y al ver a Gonzalo soltó un bostezo tal vez demasiado largo y se puso a lamerse
el pelaje con singular energía. El niño, en efecto, estaba completamente
despierto.
—Un
solitario se encuentra en la calle con otro solitario y no lo saluda, porque
ambos son solitarios —improvisó al fin Gonzalo.
—Eso no
es un chiste.
—Es un
chiste —dice Gonzalo—. Un chiste malo, pero un chiste.
—¿Y qué
más?
—Ahí
termina.
—Qué
fome.
—Bueno,
al volver a su casa se acuerda de ese otro solitario y se arrepiente de no
haberlo saludado y tiene ganas de verlo de nuevo.
—¿Y lo
vuelve a ver?
—Sí,
pero unos días más tarde, cuando vuelven a encontrarse por casualidad.
—¿Dónde?
—En la
playa.
—¿En
cuál playa?
—En una
playa vacía.
—¿Cómo
se llama la playa?
—Playa
de los Solitarios.
—¿Y está
llena de solitarios?
—No,
todos los días va uno solo. Pero esa mañana, por casualidad, fueron dos.
—¿Y
ahora sí se saludan?
—Sí.¨
La poesía es un motivo de vital importancia en la novela. Articula la subjetividad de los protagonistas y permite, en muchos sentidos, que los personajes se relacionen, se comuniquen o que, por el contrario, decidan alejarse y guardar silencio acompañados con algún libro de versos en un espacio solitario. Hay momentos en que Gonzalo quiere leerle sus versos a Carla, otros donde decide no hacerlo, ni a ella ni a Vicente que, conforme irá creciendo, tendrá también una inclinación notable hacia la poesía y la soledad. Esto será más notable cuando aparezca Pru, una chica extranjera que llega a Chile para escribir un artículo cuyo tema aun no tiene definido. Junto con Vicente, que se ha enamorado de ella, irá recorriendo lugares de poetas, casas de poetas, personalidades de poetas.
Sobre la
poesía como motivo para vincularse íntimamente, Zambra grafica la siguiente
escena:
¨—¿Y eres poeta o no? —le preguntó
Vicente más tarde, mientras cenaban.
De verdad no lo sabía. Sabía que Gonzalo era
profesor y que leía mucho y que escribía cosas, pero escribir cosas no suena
igual que escribir poesía y escribir poesía no suena igual que ser poeta.
—Escribo poesía, sí.
—¿Y por qué dijiste que no? —preguntó Vicente.
—No quería estar obligado a recitar un poema.
—Pero recítanos un poema —pidió Vicente—. A
nosotros nomás.
—Sí, dale —dijo Carla, en el mismo tono
anhelante de Vicente¨
Y sobre la
poesía desde el punto de vista de quien intenta escribirla o valorar el propio
esfuerzo literario, Zambra, con mucha lucidez, escribe lo siguiente:
¨Revisó las carpetas donde amontonaba sus
poemas y los releyó atropelladamente, intentando verlos con distancia, a través
de los ojos de Carla o de un eventual desconocido. Pensó que no eran malos, o
más bien que sería difícil decidir si eran buenos o malos, y eso quizás
significaba que eran más buenos que malos. También pensó que no eran malos pero
sí innecesarios. No parecía que el mundo necesitara esos poemas. Quería
escribir los poemas que nadie antes había escrito, pero en ese momento pensó
que nadie los había escrito porque escribirlos no valía la pena¨.
Puede
decirse que la poesía es el legado que Gonzalo le deja a Vicente, su hijastro,
personaje que tomará el protagonismo en la segunda parte del libro. Él hereda
una pequeña biblioteca y se construye un espacio para leer en soledad y
disfrutar de sí mismo. Vicente es un personaje que permite que los lectores
sean testigos de cómo su personalidad y su carácter se forman al amparo de los
libros y la poesía. Además, de su mano y de la mano de Pru, la novela se
permite realizar entrevistas y comentar impresiones de los personajes
literarios que van apareciendo en la historia. Impresiones donde el poeta de
turno habla y cuenta lo que la poesía significa para él o para ella y lo que
significa para un país como Chile.
¨—Algunos, la mayoría de los entrevistados,
piensan que la poesía salvará al mundo y se creen unos héroes revolucionarios y
me dan risa. Y sin embargo no me atrevo a asegurar que estén equivocados.
Quizás sí, quizás sí van a cambiar el mundo. Quizás sí son unos héroes
revolucionarios. Quizás en sus libros están las claves de todo¨
¨Es mejor escribir que no escribir. La poesía
es subversiva porque te expone, te hace pedazos. Te atreves a desconfiar de ti
mismo. Te atreves a desobedecer. Esa es la idea, desobedecerles a todos.
Desobedecerte a ti mismo, eso es lo más importante. Es crucial. Yo no sé si me
gustan mis poemas, pero sé que si no los hubiera escrito sería más tonto, más
inútil, más individualista. Los publico porque están vivos. No sé si son
buenos, pero merecen vivir¨.
¨—Para mí escribir es una forma de regresar a
un lugar donde nunca estuve y que no conozco —dice de repente, emocionada, como
si acabara de pensarlo¨
Es una
novela cimentada en la poesía, hecha para la poesía, para hablar de ella, de lo
que hay a su alrededor, de lo que implica, permite o silencia. ¨Poeta chileno¨ es
una novela que le rinde tributo a la poesía. En ese sentido, quizá Zambra le
siga el rastro a Roberto Bolaño quien también novelizó la poesía y comenzó siendo
poeta, un poeta chileno que recaló en México y luego en otras latitudes.
Como este
escrito, esta especie de reseña o de comentario de la novela, ha estado
compuesto por una cantidad algo desmedida de citas, no se me ocurre otra manera
de terminar con esto que empleando una vez más el recurso al que he recurrido. Y
confieso, a quien llegue hasta esta parte, que si he escrito esto de esta forma
es porque quería compartir algunos pasajes de una novela que me ha gustado
bastante. Para demostrarlo, dejo aquí un pasaje del libro que simplemente
definiré como hermoso:
¨Termina de ordenar los libros desolado por
esos poemas intensos que cifran una belleza que no podría suscribir. Sigue
intentando adaptarlos a su propia vida, sigue imaginando el poema propio, el
poema que él debería escribir a manera de disculpa o de homenaje o de reclamo.
Se acuerda de cuando pensaba que con sus poemas podía influir en los demás: ser
querido, ser aceptado, ser incluido. Habría sido más fácil decepcionarse de la
poesía, olvidarse de la poesía, que aceptar, como hizo Gonzalo, el fracaso
propio. Hubiera sido mejor echarle la culpa a la poesía, pero habría sido
mentira, porque ahí están esos poemas que acaba de leer, poemas que demuestran
que la poesía sí sirve para algo, que las palabras duelen, vibran, curan,
consuelan, repercuten, permanecen¨.
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