Sobre " La última niebla"" y "La Amortajada" de María Luisa Bombal



Hace algún tiempo, ya tenía en el radar literario el nombre de María Luisa Bombal, conocía los títulos de sus novelas emblemáticas, sabía algo de la influencia oculta que había ejercido en el boom latinoamericano. Pero suponía, con acierto, que debía abordar su literatura en un momento propicio de calma y concentración. Hay novelas, hay trabajos literarios, que requieren una predisposición óptima del espíritu para ser leídos. María luisa Bombal es una autora cuya obra no puede ser leída con voracidad, buscando tramas o desenlaces sorpresivos. Su literatura no es una literatura de sucesos, es una literatura de permanencias. Cada párrafo, cada oración, en su cadencia y su elucubrada constitución poética, te invita a quedarte ahí, saboreando sus matices, captando nuevos sentidos o sumergiéndote en la sensación genuina que te ha transmitido. Tengo una debilidad (no sé ya si llamarlo debilidad) por los libros que son capaces de generarme imágenes precisas, tan diáfanas y exactas como las emociones de los personajes que participan de un evento irrepetible. El preciosismo de esta literatura está justamente en la capacidad de la prosa por conjurar en el lenguaje cadencias rítmicas pertinentes y sentidos profundos de las situaciones descritas. Es, en suma, una prosa poética, un deleite para los ojos lectores. Tengo los libros virtuales repletos de subrayados y anotaciones.
No tengo pensado hacer una reseña de cada novela por separado. Creo que, con algunas variantes en la trama, ambas constituyen un todo articulado atravesado por la misma estética y el mismo sentido. A modo de ejercicio o de intento de aproximarme a la estética narrativa de Bombal diré que su literatura está atravesada por personajes con una voluntad de trascendencia. Mujeres disconformes con el férreo destino cotidiano pauteado por la sociedad de la época: ser buena esposa, ser buena madre, ser buena cristiana, etc. Sus personajes siempre buscan huir, liberarse de esos paradigmas y en esos intentos siempre la naturaleza y reencuentro sensual con el propio cuerpo como espacio de soberanía tienen un papel importante. Así, podemos decir que se trata de personajes femeninos que, en sus intentos o en sus fracasos, encuentran formas de trascender, rutas de escape o de reencuentro consigo mismos.  Ampliaré un poco ambas cuestiones.
 

La voluntad de trascendencia

En la última niebla hay una mujer casada con un hombre por el que solo siente desafecto, un desafecto asociado con el temor tácito a la vida que le espera al lado de un esposo, un marido en una casa de campo, las labores familiares, los pesares de casa, el mantenimiento del hogar, etc. Ante ese panorama, la mujer huye, literalmente, sale despavorida de casa rumbo al bosque que parece engullirla, un espacio basto donde ella se encuentra consigo misma. Se sumerge, por ejemplo, desnuda en un estanque de aguas quietas y en el contacto con el agua descubre la belleza de su cuerpo, la bastedad de sus sensaciones, todo aquello que quedaría postergado en una vida rutinaria de ama de casa. Aquí, la naturaleza aparece casi como un personaje, un ente inmanente que conecta al personaje con su lado acaso más auténtico, más instintivo y poético. Del mismo modo, cuando en la Amortajada, Ana María, la protagonista reposa en su lecho de muerte, se siente conectada con la tierra, atada a las profundidades de la naturaleza y esta inmersión en la naturaleza, en la muerte, es narrada con toda la potencia imaginativa de la autora. Ana María está plena de sensaciones, lo está desde su velatorio y es consciente de todo lo que sucede alrededor. Mira el espacio de su casa en que reposa inerte, observa a los presentes, al esposo que le prodigo un amor desmedido del que ella nunca pudo zafarse, a los hijos que ahora la lloran, al amante de la juventud que trastornó sus sensaciones, ve, en suma, a las personas que conformaron su vida y sobre cada uno hay un pequeño pasaje cargados de vivencias, hay en estos pasajes un cierto tono confesional, una voluntad inerte de recordar y dialogar con los otros. Así, en La amortajada, la protagonista trasciende el sentido de la muerte, de su juicio determinante de aniquilamiento, es capaz de ver, escuchar y sentir.

Es decir, en ambas novelas los personajes están más allá de aquello que se les ha sido asignado.
 

Las formas de trascender

En La última niebla el personaje trasciende porque huye, escapa, esa huida es física, es literal, pero tiene también una impronta surreal expresada en el ensueño. La protagonista tiende a ensoñar, en ese ensueño aparece la niebla como un todo natural que la envuelve y que la orilla a los brazos de su amante de una noche, un tipo misterioso que ella buscará de nuevo y cuyo recuerdo alimenta sus ensueños y dota a su vida de una contención para no desfallecer en la rutina. Entre la materialidad gaseosa de la niebla y el ensueño del amante perdido hay resonancias y metáforas sutiles que se van develando poco a poco. En La Amortajada hay también un amante, pero no es este el eje de una trascendencia sino un momento más en una vida que ya concluyó.  El personaje principal tiene más matices, sus ánimos de trascender conocen otras aristas, se enfrenta incluso a la impronta religiosa momentos antes de ser enterrada, sopesa su vida con amplitud, quizá una forma más estética e ingeniosa de la conocida metáfora del túnel de recuerdo por el que pasa la persona instantes antes de morir. Bombal eleva ese recurso a expresiones poéticas destacables e inolvidables para este lector. Así, puedo decir que La Amortajada sea quizá el trabajo literario más acabado de Bombal.
En síntesis, esas formas de trascendencia están guiadas por la muerte, la naturaleza y el ensueño: con la muerte, el personaje recorre su vida y sigue despierto anulando la sentencia del silencio; con la naturaleza, el personaje puede encontrarse consigo mismo en su vastedad y en sus posibilidades sensuales y acaso mágicas espirituales; y  el ensueño está a medio camino entre la ideación algo desmesurada y las fantasías a las que son propensos los espíritus soñadores, el ensueño es la puerta de entrada a un universo mágico, porque En la última niebla no queda claro si eso que vivió la protagonista sucedió de verdad. En cambio, en La Amortajada el punto de partida es un supuesto mágico, trascendente, inesperado: una persona que sigue despierta luego de su muerte. Es decir, lo que en La última niebla es posibilidad, en la Amortajada es un hecho. Y ambas variantes son tratadas con un estilo literario lirico que ha influenciado mucho en la literatura posterior.

He leído en versiones virtuales ambas novelas, pero seguro que no tardare en conseguirlas en formato de libro físico, será uno de esos libros que uno abre en una página cualquiera para llenarse un poco la vida de magia y poesía.




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